domingo, 8 de mayo de 2011

"LOL" , o el feedback de la introversión.


No sé por qué, pero hacía ya bastante tiempo que no sonaba en mi mp3 una canción de Love of Lesbian. En parte porque hace tiempo que quité la mayoría y dejé solo las más significativas, para no cansarme y para ir metiendo nueva música, y en parte, porque inevitablemente porque LOL representan un capítulo totalmente arrancado de mi vida. Arrancado, ni siquiera concluído, porque me lo sacaron a tirones de entre los huesos por más que yo me aferrase a él. Como de repente arrancar de un manotazo una escena en un guión, y dejar en medio un agujero argumental por el que explicarse o sobre el que fundamentar el resto y lo anterior de la obra. Tener, de pronto, que construir un puente de hilo entre el pasado y el presente enclítico, y a la fuerza aprender a ser funambulista y mantenerme sobre ese hilo que supone la salvación del ambismo de la Nada.

Pero de pronto, algo se alineó aquel atardecer de mayo y estos magos de la música volvieron a poseerme, a darme alas para los pies hasta el punto en que el vértigo me obligó a seguir paseando y a no detener la canción hasta que terminara (allí donde solíamos gritar). Y caminé, una y otra vez, de nuevo, mirando al cielo como miraba antes, a las azoteas de los edificios - que no sé por qué, pero siguen siendo un misterio para mí, aún no he conseguido subirme al lugar más alto de la ciudad y contemplar el peso de los edificios desde arriba-. De golpe, ver el azul del cielo oscurecerse, el ladrillo visto desaturarse, y el paso de los viandantes, simultáneamente, ralentizarse hasta el punto en que creí que el tiempo se congelaba y toda la realidad éramos el mundo como escenario estático y yo moviéndome entre él como una bailarina que por primera vez se sube a un gran escenario. Volver a sentirme extranjera en todo esto, redescubrir la polución de las calles y ser ajena a todo aquel circo, que me daba la bienvenida, y se creó una indiosincrasia empática entre el ambiente y yo que aún me hace sentir como antes. De pronto, ligera, histérica, ajena.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Nikkie.

Espero que nunca leas esto, y al mismo tiempo espero que lo hagas. Te echo de menos y, la verdad, se me escapa un poco de las manos el crack que supusimos ambas.
Me gusta ser sincera, si se me da la oportunidad, claro. Y para qué engañarte, te noto donde no estás.
Supongo que este podría ser un buen momento para decirte todo aquello que nunca sabrás. Que desde luego yo me dejé jugar en aquel juego, en el que, en realidad, todos estábamos atados de pies y manos. Que ver las cosas desde fuera me hacen parecer un monstruo - que lo soy -, pero desde cerca los monstruos también lloran. No, no es una excusa sino la parte del tablero que te falta, que no llegaste a ver. Y que para esta torpe de las relaciones sociales en general y en particular, darme cuenta de todo lo que cayó al suelo cuando tiramos de la cuerda era hacer malabares con una existencia que no me daba para más. De haber vivido más vidas, estoy segura de que me hubiera parado y habría mirado hacia atrás. Pero en este frenesí que son las respiraciones no hay tiempos para stops&rewinds. .
Simplemente era un momento de tomar la autovía y no poder bajar de 130, de sentir que si no pisaba el acelerador no conseguiría arrancar de su letargo a esta mortandad rosa y amarilla, y volar. No podía, ni sabía, ni quería pisar el freno.

Y ahora que paro en la primera estación de servicio, es cuando hago recuento de todo lo que se me escapó en la huída por las ventanas de mis huesos, tan abiertos. Cuando consigo aprender a mirar con una perspectiva que me ha costado aprender, como me cuesta aprender todo en esta vida. Y comprendo que haberte dejado en una gasolinera y haber pisado el acelerador no fue la mejor opción, pero ya te he dicho, no sé hasta qué punto era yo la que conducía y, si lo hacía, no tenía (y creo que sigo sin tener) ni idea de cómo funcionan los frenos. Es esta manera de vivir desbocada y de frente que no consigo controlar. El caballo de Atila, a veces.

Quién sabe, N. Quizás algún día pueda mandarte aquella postal que quería mandarte y contarte el caos de mi vida para que te rías conmigo y volvamos a hacer planes para liarnos un poco más. Pero lo dudo tanto, espero que nunca llegues a leer esto.
De todas maneras, por si acaso, aquí te lo dejo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Cómputo de lejanías.

Los días que pasan sin darnos cuenta, pero caen en el recuento, y cada día para mí son menos que echarme a la boca. Y sin embargo, tú te empeñas en crear una distancia que no existe y yo me vuelvo loca pensando a qué viene que tu piel salga corriendo cuando le hablo de la fricción con la mía, what is wrong, what is right. La rutina ya ni siquiera es rutina, es una contante incertidumbre de hasta dónde vamos a llegar ese día; y no te voy a engañar, odio las rutinas y los círculos viciosos, y me encanta reinventar el tiempo, pero desde luego no de esa manera, no a cambio de la angustia de ya no poder comprender lo que tramas detrás de los ojos y no puedo ver.
Pero de qué nos sirve el hermetismo precisamente ahora, que debemos de pasar del susurro al grito para que el futuro no nos quiebre lo que ahora tenemos tan claro, para que se guarde en el caracol de nuestro oído la verdad que necesitaremos.

martes, 7 de diciembre de 2010

Modus abruptus.

Supongo que es ese el problema, que al dejarme caer en este abismo que son las relaciones me he perdido, perdido a mí misma y la libre esencia que vestía antes. Pero y qué, si no entiendo otra manera de concebir el corazón sino al límite, sin ases en la manga ni planes B; dejar concurrirme las horas exhaustas atadas a sus ojos en cada milímetro del pelo, y llegar a ese momento en el que yo digo cosas que él debería haber dicho, y él dice cosas que debería haber dicho yo. Y hasta aquí bien, la opresión en el pecho comienza cuando me pisa el freno, me pide restar velocidad a lo vivido y es cuando me pierdo y no comprendo por qué, por qué, por qué, por qué ni por qué de repente esa manía de guardarse horas en el reloj a modo de colchón por si se produce la caída. Que no querer gastarnos el amor a estas alturas me resulta tan absurdo como querer devolvernos los besos que nos hemos dado por miedo a que se nos desdibujen los labios. Yo no quiero, no sé, no puedo vivir así, con reservas, con cuentas de ahorro en las emociones y y promesas en rincones para inciertos. Comprende que para una persona que necesita del grito, de la euforia, del éxtasis para sentirse respirar pedirle soltar el acelerador es como pedirle que deje de vivir para ser a medias. Dejarme a mí misma en el tintero, con todo lo que eso conlleva, con todo lo que conllevará, que no será sino el repliegue introspectivo de mí misma y mirarte a los ojos con miedo a que me descubras.
Ya supuso un duro trauma tener que dejarme ver desnuda (literal y metafóricamente)y abrirme en canal para que pudieras beberme (porque no hay otra manera de llegar a conocerme si no es bebiéndome, enterrando los dientes entre mis vísceras y escuchando lo que mis huesos tienen que decir y mi boca aún no ha aprendido). Dejarme hacer débil, abrir mis fortalezas para que ahora quieras salir,me escupas lo bebido de nuevo y se supone que yo tengo que volver a sintentizar(me). Me aterra y duele.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Catarsis (isn't it great to find that you're really worthing NOTHING).


lunes, 1 de noviembre de 2010

Puentaco!

¡El puente más largo de la historia, de una manera inesperada!. Vivo en un eterno sábado, qué alegría, qué alboroto. Lo cierto es que estos días han sido un poco de recapitulación, de recuento de lo que ha recaído sobre mis días tras mis acciones más o menos acertadas. Lo bueno, que no me arrepiento de nada y sigo actuando como creo correcto. Lo malo, quizás, la falta de sensaciones de vértigo.
Sinceramente, necesito un grito, una carrera, un riesgo, un salto enorme. Necesito que mi corazón me vuelva a decir "un día de estos me matas". Pensar un poquito menos y actuar un poquito más. Pero supongo que no es ahora exactamente el tiempo de vivir, sino de pensar en vivir hasta que llegue el momento.

Busco compañero/a de desbocadas aventuras. ¿Alguien quiere sumarse?

PD: Algo que sí que he aprendido con todo esto es que no estamos solos, nos tenemos a nosotros mismos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cadáver-istmo.

"Cinismo", o cómo fingir un corazón durante años.