sábado, 5 de junio de 2010

Turbulencias psicoemotivas.

Me siento extraña.
Creo que el problema surge cuando ya no sé de quién trata esta vez, dónde surge la incertidumbre, quién de nosotros ha abierto el desagüe.
Me canso, me canso, me canso.. de todo lo innecesario, lo trivial entre nosotros, esos puros trámites que cualquier otro hubiera considerado imprescindible, pero que a mí me duelen, me pesan, me resquebrajan. Me canso de lo que existe solo para llenar los silencios, de lo que iniciamos para intuirnos los límites el uno al otro, para sentirnos reconfortados cuando el miedo aflora en el otro (hablo de esa sensación de saberte querido, protegido). Una batalla coreografiada que el día que de verdad golpea en la cara, ese día te atemorizas ante tu propio monstruo creado.
Aún no consigo encontrarme en todo esto, más aún cuando nosotros mismos nos contradecimos con un camino que esperamos que el otro haga pero que el uno no está dispuesto a iniciar. Se supone que cada paso comienza con la confianza de una respuesta, enfocado todo hacia un progreso, un futuro, un autoencuentro en todo esto. Hacerlo cotidiano, real, de alguna manera, a ojos de los demás., a quienes no debemos nada sino un muestrario al que atenerse y sobre el que formular hipótesis a las que atarnos, atarme, atarte, y guardar el orden y el control.

Entonces, en todo lo nuestro, ¿dónde queda lo puro?, pues si aceptas que tu vida no te pertenece, y yo quiero vivirla contigo.. ¿implicaría eso ceder mi vida también a los demás?.
Camino sobre la cuerda floja evitando esa situación, pero necesito del uso de la lógica y la empatía dentro de este amor. Que no pierdas de vista lo que quieres que seamos por lo que realmente somos cada uno, de dónde partimos, qué necesitamos.. y hasta dónde podemos jugar sin perdernos en el camino.

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